Dicen que la infancia es la mejor época de la vida. Pero yo no quería ser un niño.
Mis mejores amigos eran un armario, un viejo conejo gris y un caballito de plástico al que echaba migas de pan. Nunca veía a mi padre y mi abuela me leía libros sobre Lenin. Ese señor me miraba fijamente a los ojos. A lo mejor Lenin era mi padre.
Mirando atrás aparecen el baño de los domingos y los veranos con los Jóvenes Pioneros que nos afeitaban la cabeza. Y las Olimpiadas de 1980. El oso Misha, de repente, echó a volar. ¿Iría a otro país socialista? ¿O quizá a otro planeta? Seré cosmonauta. Y lo buscaré por el espacio.
-Ana-
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