miércoles, 24 de enero de 2007

Oscar vs. Punto de vista


Hay quien dice que el río Arga desemboca en Los Ángeles. Hay quien dice que una puerta secreta comunica el auditorio de Civican con el Kodak Theatre. Hay quien dice, sin embargo, que Punto de Vista y los Oscar no tienen nada que ver. En cualquier caso: The blood of Yingzhou district, estremecedor cortometraje de Ruby Yang, y que competirá en la sección oficial de Punto de Vista, ha sino nominada a los Oscar en el apartado de Mejor Cortometraje Documental. Si gana, buscaremos esa puerta secreta para ir a la fiesta.

¿Y esto qué tiene que ver con los documentales?


Y todo es lienzo.
En función del zoom, se hace más o menos inasible. Al final casi todo depende del zoom, esa herramienta/actitud.
Andaba buscando un hilillo para disfrazar esto de necesario, pero entre el torrente mental no destacaba nada y ya no me apetecían más capas.
Que todo es lienzo, que el lienzo duele, que el lienzo permite, que el lienzo repele, que el lienzo invita.
Cámbiese "lienzo" por el depositario favorito del lector y se obtendrá lo buscado (como casi siempre).

sábado, 20 de enero de 2007

Retrato del artista como moviola


Yo ayer quería ser Alan Berliner. En principio quería no dormir y multiplicar mis posibilidades, pero la idea de tener fotos de familiares judíos y un padre que desacreditase mi labor intelectual empezó a seducirme conforme pasaba el tiempo.
El asunto es que yo quería aferrarme a la vigilia. Por motivos más o menos estúpidos, pero vigilia al fin y al cabo. Y la vigilia se me escurrió, disuelta entre el placer que sólo dan las sábanas domadas.
Así que, una vez más, choque de voluntades nocturno. La vida del Ilustre Invitado está marcada por el insomnio (desorden que se presume involuntario), y cuando lo buscas voluntariamente te chocas contra su ausencia. El asunto (bis): ¿nos podemos amaestrar?
El montaje parece un buen intento de amaestrar aquello que consigamos que caiga del lado de lo amaestrable. La capacidad de seleccionar y despedazar la vida, de hacer clips con ella, para después moldearla, arrastrar los clips a nuestro antojo. Esa sensación de que, mientras estés sentado en esa silla delante de esa pantalla, eres un demiurgo. Cada corte, cada "click", un mínimo acto de amaestramiento.
"Retrato del artista como insomne" aparece por ahí para referirse a "Wide awake", de Alan Berliner. ¿Y qué hay del retrato del artista como moviola?

domingo, 14 de enero de 2007

Habitaciones

Se estaban apagando las luces y a algún sitio había que ir. Hacía frío, llevaba horas siendo de noche y rebosábamos documentales, pero el consenso simplemente sucedió y acabamos juntando mesas en un bar. Nadie entendía dos de cada cinco palabras que salían al aire, pero estábamos todos muy sociables después de ver la película más descorazonadora del festival.
La verdad es que nos olvidamos pronto de los cadetes rusos y nos dedicamos a elegir cerveza de entre docenas de posibilidades. Fascinación japonesa en los ojos de Makoto ante el volumen pseudomediterráneo de las conversaciones y agradecimiento francés en los de un señor de 80 años que no escuchaba lo que le decíamos. Así hasta unas veinte personas. Eran las 11 o las 12 de la noche y había risas a seis bandas en una mesa en la que habíamos caído como podríamos haber caído en otra cualquiera. Entonces cobró sentido.

viernes, 12 de enero de 2007

Radiophobia

Te inventas una palabra, te inventas un significado y le dices a alguien que lo que le pasa es inequívocamente esa palabra+significado. Puede colar. O no.

Después del desastre nuclear de Chernóbil, en 1986, las autoridades soviéticas se empeñaron en hacer creer a los afectados que tenían radiofobia. Miedo a las radiaciones, un miedo persistente e irracional. Tras ese miedo oficial había personas que nunca podrían volver a sus casas porque cuatrocientos hiroshimas habían estallado a un paseo de distancia, o casos de cáncer de sospechoso diagnóstico ("radiofobia, esto es radiofobia").
En 1970 se levantó toda una ciudad para que vivieran en ella los trabajadores de la planta nuclear de Chernóbil. Prypiat era todo un ejemplo de lo que debía ser una ciudad soviética, con su calle Lenin, su hotel Octubre y sus bloques de apartamentos grises. En quince años llegó a tener unos 50.000 habitantes. Hoy, Prypiat es el núcleo de la zona de exclusión, el perímetro de seguridad que se extiende 30 kilómetros a la redonda de las instalaciones nucleares de Chernóbil. A pesar de que en los tres meses que siguieron a la explosión del reactor fueron evacuadas más de 300.000 personas, incluida toda la población de Prypiat, algunos de sus habitantes regresaron y conviven con cementerios de coches al aire libre, piscinas vacías y árboles que crecen dentro de las casas.
Radiophobia, de Julio Soto, narra la vuelta de un grupo de supervivientes a las ruinas de su pasado.