lunes, 8 de febrero de 2010

Sweetgrass

Se mire por donde se mire, Sweetgrass es una película de enorme belleza. De las que dejan un grato recuerdo y, con el paso del tiempo, nuestra memoria acrecienta sus virtudes y olvida sus defectos. Ver Sweetgrass es como irse de viaje. Uno debe sentarse en su butaca, con las luces apagadas, dispuesto a dejarse llevar al corazón de la naturaleza. Salvaje, peligrosa, y muy hermosa.


La película de Lucien Castaing-Taylor e Ilisa Barbash nos guía con paso firme a través de la odisea estival que protagoniza un puñado de ovejeros. Su misión es subir un rebaño de ovejas a las montañas para que pasten durante el verano. Pero lo que para ellos supone sólo un oficio, para el espectador urbanita se presenta como una aventura emocionante, que nos sumerge en los entresijos de un trabajo desarrollado por cientos y cientos de personas durante varios siglos, y que hoy, en este mundo mecanizado y con prisas, llega a su fin.


La gran baza de Sweetgrass reside en su forma de contar las cosas. No impone una mirada dirigida, ni una lectura única. La película se posiciona dentro de la corriente del documental observacional. La cámara enfoca y encuadra lo que entiende que tiene mayor interés, pero da pie a que el espectador obtenga sus propias conclusiones. Además, esa paciencia, esa calma en el mirar, construye una película profundamente sensorial, atenta a los detalles, colores y sonidos.


Sweetgrass huye del romanticismo y la mitificación, y elige una mirada realista ante lo que filma. Y por ello mismo dialoga con tantos y tantos westerns que han escrito, a lo largo de la historia del cine, la propia historia del oeste americano. Al final, por su propio afán desmitificador, Sweetgrass asienta su propio mito.


Fernando Asensio

Sweetgrass se vuelve a proyectar mañana martes a las 17:30 en Carlos III.

3 comentarios:

Alfon Swearengen dijo...

Totalmente de acuerdo Fernando. Sweetgrass recupera para el espectador el disfrute de la observación, del placer que supone encontrar por uno mismo el misterio que entraña cada escena. Que es la principal diferencia que tiene SweetGrass con muchos documentales que sólo se quedan en la estética.

Espectadora dijo...

Preciosa película. Esto si es un documento: belleza, aislamiento de los personajes y saber hacer.

María Iserte dijo...

Además, hoy hemos tenido el gusto de tener a una de sus autoras en la Universidad de Navarra dándonos una charla. Y da gusto que haya gente así.