Los herederos

La película "Los Herederos" de Eugenio Polgovsky muestra a decenas de niños de México en su vida cotidiana. Pero lo cotidiano en estos niños no es ir a la escuela o jugar, sino que ellos, en su día a día, cargan leña, tallan madera, cosen, recogen tomates o judías, preparan tortitas, se encargan del ganado o cuidan de sus hermanos más pequeños. Y es que estos niños son “los herederos”, los herederos de unas condiciones de vida míseras que ya tenían sus padres y sus abuelos y que tendrán también sus hijos y sus nietos, porque esta situación de vida se ha convertido en cotidiana.



Lo que hace Polgovsky en esta película es dar a conocer y presentar las duras condiciones en las que estos niños viven. Y para ello, además de mostrarnos las tareas que realizan, recurre a sus rostros, que muestran a unos niños resignados, sumisos, tristes, unos niños inconscientes que no se plantean su derecho a ser niños. No hace falta ni un testimonio que explique la situación de estos niños para que el público comprenda cómo viven. Y en efecto no los hay. La cámara se despoja de la voz del narrador, de los testimonios de los personajes y de los diálogos. La cámara observa y narra. Y el espectador queda atrapado por la belleza de estos niños y de los paisajes y sobrecogido por la dura infancia que tienen.