En el cortometraje El conserje, Pablo Baur registra con su cámara el día a día de un hombre metódico, ordenado y eficiente en su trabajo; pero también es una persona solitaria y aislada. Se llama Antonio y su profesión es la que indica el título. El corto arranca mostrándonos sólo el trabajo disciplinado de esta persona. Su rutina diaria. Friega el suelo, limpia los buzones, barre las escaleras, ordena el correo, fuma un cigarrillo cada media hora… El corto se presenta, por lo tanto, como una obra de carácter observacional, atenta a los detalles, en la que se despliega ante nosotros la vida de un hombre corriente y en cierto modo, invisible para el resto.
Pero, al mismo tiempo que nos preguntamos el sentido de estas imágenes, lo hace el propio director. Baur se plantea los motivos que le han animado a grabarle y los comparte con nosotros. ¿Por qué lo hace? ¿Qué ve en él? Y descubre que ese hombre se parece a su padre; es calvo, viste de traje y es meticuloso; pero también es alguien encerrado en sí mismo, incomunicado, como su padre.
A partir de aquí el cortometraje se reescribe a sí mismo para transformarse en una carta a su padre. O más bien, una obra audiovisual de carácter epistolar. De tal manera que, por medio de un extraño, de alguien ajeno a su vida, el director termina dirigiéndose a su propia familia, sincerándose ante su padre. Sin embargo, se le permite al espectador ser testigo de todo este proceso tan íntimo. Una carta, que surge de un extraño, termina en manos de otro extraño, nosotros. ¿Qué debemos hacer con ella?
Fernando Asensio
Pero, al mismo tiempo que nos preguntamos el sentido de estas imágenes, lo hace el propio director. Baur se plantea los motivos que le han animado a grabarle y los comparte con nosotros. ¿Por qué lo hace? ¿Qué ve en él? Y descubre que ese hombre se parece a su padre; es calvo, viste de traje y es meticuloso; pero también es alguien encerrado en sí mismo, incomunicado, como su padre.
A partir de aquí el cortometraje se reescribe a sí mismo para transformarse en una carta a su padre. O más bien, una obra audiovisual de carácter epistolar. De tal manera que, por medio de un extraño, de alguien ajeno a su vida, el director termina dirigiéndose a su propia familia, sincerándose ante su padre. Sin embargo, se le permite al espectador ser testigo de todo este proceso tan íntimo. Una carta, que surge de un extraño, termina en manos de otro extraño, nosotros. ¿Qué debemos hacer con ella?
Fernando Asensio
1 comentario:
¡Pero bueno! ¡Todo espoilers y ni siquiera avisas! Cada día te pareces más a Casciari. XD
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