Dicen que caminar es bueno para la circulación. A Raya Martin debe bullirle la sangre por las venas que da gusto.
Autohystoria: 10 planos (¿para qué más?) y 95 minutos para contar un suceso de hace más de cien años.
La noche en Filipinas. Tráfico, ruido, sirenas, policía, gente, policía, más policía... No hay palabras, sobran. Las imágenes hablan por sí solas. Tres espectadores se levantan y abandonan la sala.
La cinta parece que se repite en un bucle sin fin. Una sensación agónica se traslada al espectador. Algunos no lo soportan, se mueven incómodos en la butaca. Dos bajas más.
La Luna. Un bosque. Dos hombres cautivos. Miedo. Una caminata eterna en la oscuridad... Otro que se marcha.
La Luna. Un bosque. Dos hombres cautivos. Miedo. Una caminata eterna en la oscuridad... Otro que se marcha.
Así no hay manera de ver el documental. Hay que dejarse llevar por las sensaciones que evoca la grabación, aunque no demasiado, si no queremos acabar dando cabezadas contra el apoyabrazos. Termina la proyección.
Dicen por ahí que Raya Martin es un genio... no sé... puede que sea uno de esos genios incomprendidos. Hace una hora y media había once personas más en la sala.
Gorka.
Autohystoria se proyectará el lunes, 18 de febrero, a las 20.30 en Civican.
5 comentarios:
Me da un poco de miedo que la gente prefiera abstenerse y dejar pasar la maravillosa oportunidad de conocer a Raya Martin. Puede que esto compita con Fengming:una memoria china, pero no lo voy a comprobar.
Bea.
¿Y a quién le importa que la gente se marche de la sala?
Los documentalistas olvidan que cuando se usan actores tienen que transmitir algo. Los dos pobres diablos que intentaban mostrar angustia ante su posible ejecución daban risa de lo mal que lo hacían.
A mí el documental me pareció un tostón. Y me quedé hasta el final para hablar con conocimiento de causa. Por otra parte, soy una persona que puede estar horas y horas sin hacer nada, simplemente observando. Vamos, que no es que me vaya la acción.
Creo que hacer cosas extrañas no significa que siempre vayan a ser buenas. Mi pregunta es: ¿habría funcionado el documental igual, mejor o peor en menos tiempo? Porque no sé si en este caso la duración aportaba algo.
Esto, guste o no, es una obra de arte. Su radicalismo no le añade mayor o menor mérito, simplemente es indicativo de lo que persigue expresar su autor. ¿Aburrido?. ¿Feo?. ¿Absurdo?. Es posible. También Rothko pintó enormes cuadros negros que, dicen, son una experiencia casi religiosa cuando los comprendes.
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