Wang Bing colocó el trípode, plantó la cámara y encuadró. Y ella entró en plano. Y arrancó a hablar. Y mientras la luz iba desapareciendo, y las sombras ganando terreno en su rostro, desgranaba con paciencia la historia de su vida.
Wang Bing colocó el trípode y la dejó hablar. El resultado es la película del año. Un monumento cinematográfico, una obra imprescindible, total, apabullante y necesaria. He Fengming. Estreno aquí.
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