domingo, 17 de febrero de 2008

Regreso al kibutz


Scénes de chasse au sanglier (Escenas de la caza del jabalí) y Ocho veintiocho


La verdad, por delante. No he entendido el sentido de Scénes de chasse au sanglier (2007), pero mentiría si digo que me ha disgustado. Sea la desconcertante atmósfera que recrea Claudio Pazienza, el arrullo de su sugerente voz en off (el francés es el francés) o su  carga simbólica, el ojo no se despega nunca de la pantalla. Cada plano huele a desafío. "A ver si sabes de lo que estoy hablando", parece decir el director. Y, aunque no llegamos a comprenderlo, el universo de la cinta se nos antoja irresistible. La trama que parece hilar el meollo es la relación del director con su fallecido padre. Puede ser. Al final nos quedamos con una embrujante propuesta entre el surrealismo y la alegoría y con el consuelo de no sentirse estafados pese a su tono críptico. 
Para mentes exigentes y ojos reposados. 
Aficionados a la caza reclamados por el título, absténganse.


Como viene siendo ya costumbre en el Festival, tras los malabarismos de Arte y Ensayo llegan los platos más digeribles. Y, para un servidor, más gozosos. Ocho veintiocho es la historia del retorno al hogar, tema muy recurrido por el cine de ficción. Aquí, la autenticidad documental redobla la ternura y la empatía. El director, Lavi Ben Gal, vuelve a su kibutz cámara en ristre tras diez años de ausencia. Sin revelarse él mismo en pantalla, filma a familiares, vecinos, antiguas profesoras, niños, incluso perros... Piezas clave del puzzle de su existencia. La cinta retrata sin filtros a la comunidad judía y es fiel testigo de la conjunción de tradición religiosa y vida moderna.   
Una película simpática, cercana, agradable y sincera.


Yago González


Scénes de la chasse au sanglier y Ocho veintiocho se proyectarán el martes 19 a las 17.00 en Civican.

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