La memoria parece un juego mental formado por recuerdos, y la historia, serena e infalible, juez. Resulta paradójico que este orden, indiscutible en apariencia, se vea una y otra vez superado por la realidad: los recuerdos se vuelven exactos y fotográficos; la historia, en la cuneta, deviene subjetiva. Esto es lo que ocurre en Amor Sanjuán, donde recuerdo se identifica con historia.
Luis Misis, director y guionista (parte de su familia también colabora detrás de las cámaras), hace de testigo de la vida de su abuela Palmira. De su muerte le queda una cinta magnetofónica, deuda de todo lo que no había contado a su nieto. Y él reconstruye su vida a partir de esa grabación: una memoria de sus años en Argentina, de su vuelta a España, de las cárceles segovianas, de un amor entre rejas. Aunque, una vez más, es la Guerra Civil quien cobra cierto protagonismo, se soslayan los lugares comunes y la historia no se aparta de su propósito: contar una historia anónima, lejos de heroísmos.
Las imágenes vuelan sobre la voz de Palmira, que parece que se rinde y vuelve a resurgir; a veces son los pájaros o una máquina demoledora los que juegan a construir la memoria de su vida. Y la voz de Palmira se calla.
viernes, 23 de febrero de 2007
Amor Sanjuán
Texto: F.
a las 18:02
Etiquetas: Críticas, Sección oficial
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2 comentarios:
Importante contribución a la memoria y un aporte a la recuperación de la experiencia a través del relato generacional.
Ojalá haya más "nietos" que trabajen en algo tan importante como recuperar la memoria familiar y por tanto colectiva. Carlos.
He tenido el placer de ver el documental en Alcances, muestra de cine de Cádiz. De la historia de Palmira, de la valentía de una mujer, del pasado de muchos abuelos.
La recomiendo
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