viernes, 23 de febrero de 2007

Radiophobia


Hace más de veinte años que Pripyat quedó desierta. Los niños jugaban en la calle el día de la explosión. Nadie había advertido a los niños que jugaban en la calle el día de la explosión. Ni a ellos ni a nadie. Dos días después se empezó a evacuar la ciudad: el reactor cuatro de la central nuclear de Chernóbil había estallado un 26 de abril, de madrugada.
Viajan a Pripyat: dos mujeres, una pareja, dos amigos del colegio y un antiguo técnico de la central: les cuesta encontrar sus casas: todas se han hecho hermanas de la radiación: son poliedros vacíos.
La ciudad es un esqueleto de un dinosaurio de cemento escondido entre los árboles, está irreconocible; el régimen soviético prometió a los 50.000 habitantes que volverían pasados tres días; las cifras oficiales sólo confirmaron unos treinta muertos; los lugareños no saben si es verdad que los pájaros aguantan mejor la radiación que los hombres, pero al menos se oye piar; el que se dedica a fotografiar a diario el interior del reactor cuatro no puede permanecer más de tres minutos en él; probablemente, pasarán muchos años más antes de que alguien vuelva a Pripyat para quedarse.
Y Radiophobia sólo es el eco de aquella explosión.


Texto: F.

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